jueves, 8 de septiembre de 2011

Qué chistosita...

Amanecí hablando de pendejadas. De burbujas de gel y gente molesta llegando a la oficina con sus pelos llenos de puntos blancos. Dije "Un decreto para prohibir las burbujas de gel, jajaja". Vengo y el esposo de la doctora ha muerto hace minutos. No estoy en shock como los demás, solamente me siento triste. No porque el hombre a quien jamás vi haya dejado de existir, sino porque la historia de cómo se conocieron ella y él me había tocado una de esas cuerdas ocultas de mi corazón-guitarra. Remató su narración de amor con un "matrimonio y mortaja del cielo bajan". Ahorita mi cabeza duele y estoy guardando en mi ventrículo derecho e izquierdo el temblor de la revelación. 

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