lunes, 10 de septiembre de 2012

Alguien que me agarre la carita y diga eres la carita más preciosa que he visto en mi vida y esa naricita y esta cabecita que guarda todas esas fantasías de pulpo que dan vértigo. Y que de cierta forma me abrace la cabeza y pueda aspirar todo ese rocío de pino y polvo de ese que hay a la orilla del lago y que si lo juntas todo de seguro será verde y fresco y también un poco de calor de atardecer, luego pensaré que el calor no huele o sí huele o se desvanece  y yo también lo abrazaría,  no precisamente así, con mis dos brazos, sino que sería un absorber por entero, me convertiría en una gran lona que dijera su nombre y el mío. Nada de corazones, eso nunca. 

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