Rectángulo miraba con avidez a Circula. Trapecito triste lloraba ríos en un trastero. Triangulón seguía girando de un vértice al ritmo del bop, bop, bop. Oválico observaba su martini. Rectángulo infló su ego y un borde verde brillante contrastó con la luz negra. Triangulón dejó de menear su trasero y se acercó a Circula para plantarle un buen beso. Trapecito llenó la barra como una barra de hielo derretida. Oválico cayó de cabeza y se durmió. Cayó en el charco de lágrimas de Trapecito. Rectángulo le estiró el pelo a Oválico para que no muriera ahogado.
jueves, 10 de marzo de 2011
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