En medio de la pista Circula meneaba deliciosamente todas sus curvas. Sabía que Rectángulo la estaba mirando y a propósito giraba esplendorosa y bañada en sudor cerca de una estructura perpendicular. Su centro ardía líquidamente como si fuera una representación exacta de la Madre Tierra antes de ser cubierta, sin poder controlarlo con los martinis gélidos y besos traídos por Triangulón. Circula ansiaba saber qué pensaba Rectángulo de su baile cadencioso. Y Rectángulo pensaba: la curva más excitante de Circula... es su sonrisa.
viernes, 15 de abril de 2011
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